lunes, 5 de mayo de 2008

Ayer

No está demás decir que no fue un gran día, pero para bajarle el perfil diré más bien que fue distinto.
Cuando tomé la micro, absolutamente en otra, abstraída completamente en mis problemas como cada cual, en ese instinto de buscar un asiento, me encontré con esa mirada que ya creía olvidada, estaba en los asientos del final, obviamente se detuvo en mi, pero la lejanía también fue parte de lo obvio. Para evitar esas preguntas de protocolo, que como estás, que qué estás haciendo, preferí sentarme en el asiento de adelante y solo me limité a dirigirle una sonrisa, pero la que me devolvió me trajo muchos recuerdos.

Yo creo que aquel tiempo en que la distancia no existía entre nosotros, cuando nuestros ojos se cruzaban torpemente para desviar luego la mirada en otra dirección, cuando en nuestros constantes abrazos se escondía aquel algo más que cada cual asumía pero ninguno iba a hacer palabra, fue la vez en que más cercana estuve al amor, y no es una afirmación que estoy tirando al aire así como así, es toda una conclusión. Creo que ya hablé de los caprichos, que en general han sido todas estas últimas experiencias nacientes de la famosa frasecita “un clavo saca a otro”, o “mala cueva dijo el conejo y se cambió de hoyo”, en que una como mujer, por naturaleza, no podrá ser como ese papazote, seductor insensible y olvidarte de todos aquellos distractores, al final una termina queriendo a todos sus clavos o encariñándose de todos aquellos hoyos que se dejaban para cambiarlo por uno nuevo, y es aquí, donde encontré la gran diferencia, con todos estos susodichos, no me llamaron la atención en lo absoluto, incluso más que esto, en la mayoría de los casos la primera impresión era desfavorable, que tenían gustos diferentes a mi, ambos en nada compatibles, hasta a veces en nada atractivos, claro, muy subjetivamente, tampoco he de negar lo que me queda de superficialidad, resultando ser cada uno de estos algo obsesivo, donde para sacármelos de la cabeza simplemente era necesario otro clavo, o alguno que otro soltero (no siempre) nocturno no catete, que no pidiera mail, ni teléfono y cosas ya conocidas de esta índole.
Con él fue todo diferente, completamente alejado de todo lo que acabo de mencionar, talvez no fue a primera vista, pero la química de seguro fue inmediata, y hasta como cliché en estos casos, una situación inesperada, un trabajo juntos, de las primeras clases mechonas, que ahora solo pasa a ser como una nostalgia en polvo, pero a pesar de eso, siempre es grato recordar aquellos tiempos en que nuestro corazón era más ingenuo y solo se limitaba a sentir, sin juzgar muchas razones.

1 comentario:

Julia dijo...

morí con esto...
solo eso
*.*